MATERIAL DIDÁCTICO 1° PRIMER BLOQUE CICLO ESCOLAR 2020-2021

ESPAÑOL
PROPÓSITO: Reflexionen sobre la escritura del nombre propio e identifiquen semejanzas y diferencia con otros nombres.
Mi nombre inicia con…
Escribe tu nombre dentro del caracol. Luego en la hoja escribe cuántas letras son. Puedes guiarte con tu libro de Lengua materna, español con las páginas 12 a la 15.
Dibuja dos objetos que inician con la primera letra de tu nombre.

Colorea los números de la caja con rojo y las letras con azul.

Encierra el objeto que empieza con la misma letra del nombre de los niños. Apóyate con tu libro de Lengua materna, español con las páginas 16 y 17.

La agenda semanal
Dibuja cinco actividades que realizas durante la semana en tu casa y escribe qué día o días las realizas. Utiliza tu libro de Lengua materna, español para ayudarte con las páginas 19 y 20.

Lee el texto con ayuda de un adulto y elabora un cartel en el cuadro de abajo sobre las características de los dinosaurios. Apóyate de tu libro de Lengua materna, español con las páginas 41, 44 y 50.

Los dinosaurios
Los dinosaurios habitan la Tierra hace millones de años. Vivieron antes de que hubiera gente, se parecían a un grupo de animales que aún viven. Estos animales se llaman
reptiles. Las serpientes, los lagartos y los cocodrilos son reptiles.

Algunos dinosaurios comían carne, tenían los dientes grandes y afilados que les servían para comer la carne de otros animales. El tiranosaurio rex es el más famoso
de ellos y su nombre significa “lagarto terrible”. Otro tipo de dinosaurios comían plantas, éstos tenían dientes planos para arrancarlas y molerlas.

Hoy los dinosaurios ya no existen, pero puedes aprender mucho de ellos.

Caperucita roja
Érase una vez una niñita que lucía una hermosa capa de color rojo. Como la niña la usaba muy a menudo, todos la llamaban Caperucita Roja.
Un día, la mamá de Caperucita Roja la llamó y le dijo:

—Abuelita no se siente muy bien, he horneado unas galletitas y quiero que tú se las lleves.

—Claro que sí —respondió Caperucita Roja, poniéndose su capa y llenando su canasta de galletitas recién horneadas.

Antes de salir, su mamá le dijo:
— Escúchame muy bien, quédate en el camino y nunca hables con extraños.

—Yo sé mamá —respondió Caperucita Roja y salió inmediatamente hacia la casa de la abuelita.

Caperucita debía atravesar un camino a lo largo del bosque. En el camino, se encontró con el lobo.

—Hola niñita, ¿hacia dónde vas en este maravilloso día? —preguntó el lobo.

Caperucita Roja recordó que su mamá le había advertido no hablar con extraños, pero el lobo lucía muy elegante, además era muy amigable y educado.
—Voy a la casa de abuelita, señor lobo —respondió la niña—. Ella se encuentra enferma y voy a llevarle estas galletas para animarla un poco.
—¡Qué buena niña eres! —exclamó el lobo. —¿Qué tan lejos tienes que ir? —¡Oh! Debo llegar hasta el final del camino, ahí vive abuelita—dijo Caperucita.
—Te deseo un muy feliz día mi niña —respondió el lobo.

El lobo se adentró en el bosque. Así que corrió hasta la casa de la abuela antes de que Caperucita llegara. Su plan era comerse a la abuela, a Caperucita Roja y a todas las galletitas recién horneadas.

El lobo tocó la puerta de la abuela. Al verlo, la abuelita corrió despavorida dejando atrás su chal. El lobo tomó el chal de la viejecita y luego se puso sus lentes y su gorrito de noche. Pronto escuchó que tocaban la puerta:
—Abuelita, soy yo, Caperucita Roja.
Con voz disimulada, tratando de sonar como la abuelita, el lobo dijo:

—Pasa mi niña, estoy en camita.

Caperucita Roja pensó que su abuelita se encontraba muy enferma porque se veía muy pálida.

—¡Abuelita, abuelita, qué ojos más grandes tienes!

—Son para verte mejor —respondió el lobo.

—¡Abuelita, abuelita, qué orejas más grandes tienes!

—Son para oírte mejor —susurró el lobo.

—¡Abuelita, abuelita, que dientes más grandes tienes!

—¡Son para comerte mejor!

Con estas palabras, el malvado lobo tiró su manta y saltó de la cama. Asustada, Caperucita salió corriendo. Justo en ese momento, un leñador se acercó a la puerta.
Al ver al leñador, el lobo saltó por la ventana y huyó espantado para nunca ser visto. La abuelita y Caperucita Roja agradecieron al leñador por salvarlas del malvado lobo. Ese día Caperucita Roja aprendió una importante lección: “Nunca debes hablar con extraños”.

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